Jorge Ariel Guinzburg (Buenos Aires, 3 de febrero de 1949 – 12 de marzo de 2008), fue un periodista, humorista, productor teatral y conductor de televisión y radio argentino.
Se crió en el barrio porteño de Flores. Terminó la escuela secundaria en 1966 junto con Carlos Abrevaya (1949 – 8 de julio de 1994). En 1967 iniciaron la carrera de Derecho y más tarde la de Filosofía, “abandonando las dos carreras, como corresponde”. En 1971, buscando algo creativo para hacer, terminaron ambos como libretistas de Juan Carlos Mareco (quien quería dejar de ser el simpático presentador “Pinocho”).
Luego fueron libretistas de Fontana Show (con Cacho Fontana). En 1972 entraron al staff de la revista Satiricón. “Él [Abrevaya] era muy joven; vino con otro chico, Jorge [Guinzburg], en el 72 diciendo que eran “chisteros”. Al poco tiempo empezaron a trabajar. Eran geniales, simpáticos y buenas personas”, cuenta el escritor Carlos Ulanovsky.
En 1977 ambos comenzaron a publicar la tira cómica “Diógenes y el Linyera” en el diario Clarín (con dibujos de Tabaré).
En 1978 entraron en la revista Humor.
En 1982, cuando Tato Bores reapareció en la pantalla chica, el dúo se encargó de escribir los libretos del “actor cómico de la nación”.
El 2 de abril de 1984 inauguraron el programa de radio En ayunas, que duró hasta diciembre de 1988. Desde su irrupción en 1986, La noticia rebelde se convirtió en un programa de culto, con alto rating.
Jorge Guinzburg en 1973.
En aquella época -primavera alfonsinista- decían no tener rivales “salvo Nuevediario, nuestra competencia”. En una emisión de La noticia rebelde de 1988 declaró: “Las mejores ideas son sencillamente irrealizables, no tanto por falta de medios sino porque no se nos ocurre cómo hacerlas”. Sus comentarios en La noticia rebelde eran sutiles e incisivos, y cambiaron las reglas de contar en tele.
Un problema de asma desde su juventud, lo llevó a hacerse psicoanalizar. A partir de su experiencia personal durante las sesiones de psicoanálisis, publicó una columna dominical en el diario porteño Clarín titulada “Desde el diván” donde relataba y analizaba la realidad. Su análisis duró más de treinta años.
En el año 2006 publicó el libro Sesiones extraordinarias (desde el diván) (ISBN 987-545-349-8) que reúne sus columnas publicadas.
En radio, creó más de veinte programas entre los que se encuentran:
* En ayunas (en conjunto con Carlos Abrevaya)
* El ventilador
* Vitamina G.
Se desempeñó en varias agencias de publicidad, actividad que le redituó varios premios.
En teatro creó, dirigió, produjo y/o protagonizó diversas obras:
* Gracias por venir (productor), con Moria Casán.
* La era del pingüino (que tuvo la mayor recaudación del verano en 2007 en Villa Carlos Paz).
* “Planeta Show”, en Villa Carlos Paz, nuevamente primera en recaudaciones de la temporada veraniega de 2008 en esta ciudad.
En gráfica trabajó en las famosas revistas Satiricón y Humor. Además, fue guionista, junto a Héctor García Blanco, de la tira cómica “Diógenes y el linyera” en el mismo diario Clarín.
En televisión, fue autor, conductor de numerosos ciclos humorísticos y periodísticos:
* Semanario Insólito
* La noticia rebelde
* Sin Red
* Notishow
* Penúltimo Momento
* Trapitos Al Sol
* Peor es nada
* Sex A Pilas
* Ilustres Y Desconocidos
* Buenos Muchachos
* Tres Tristes Tigres Del Trece
* La Biblia Y El Calefón
* El Club De La Comedia
* Capocómicos
* Guinzburg & Kids
* El Legado
* El Legado Kids
* Mañanas informales (en Canal 13).
En una de las emisiones de este último programa el conductor perdió una apuesta y tuvo que afeitarse el bigote en cámara, después de 30 años llevándolo consigo. Todo comenzó el 23 de marzo del 2007 cuando Gastón Recondo (columnista deportivo del programa) manifestó estar cansado de sus kilos de más (96, 8 kg) entonces decidió ponerse a dieta. Prometió que el viernes 4 de mayo, día de su cumpleaños, iba a pesar 83 kg o menos. Jorge, sin creer que Recondo logre su cometido, le dijo: “Si vos pesás 83 kilos o menos, yo me saco el bigote”. Luego de corroborar que Recondo había logrado su objetivo, tuvo que cumplir con lo pactado.
Sus filosas entrevistas fueron uno de los puntos más reconocidos de su trayectoria y le valieron el mote de “enano maldito”, por su baja estatura y su rol implacable a la hora de preguntar lo que fuera necesario.