Juan Evo Morales Ayma (Orinoca; 26 de octubre de 1959) es el octogésimo cuarto y actual presidente de Bolivia. Fue uno de los fundadores del Movimiento al Socialismo (MAS), el cual lideró gran parte de las protestas sociales ocurridas en Bolivia en los primeros años del siglo XXI, reclamando principalmente la recuperación de la propiedad estatal plena sobre el gas y otros hidrocarburos, dados en concesión a privados durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993 a 1997).

Morales ha despertado interés en el mundo por ser el primer mandatario de origen indígena en la historia de Bolivia, a lo que se suma su propuesta de realizar cambios radicales en las estructuras de variados ámbitos nacionales.

En las elecciones de 2005 (18 de diciembre), Evo Morales obtuvo casi el 54% de los votos, lo que le permitió acceder a la presidencia de la República. Asumió el poder el 22 de enero de 2006. Es el tercer mandatario boliviano en la historia de la República elegido por mayoría absoluta de votos (el primero fue Hernán Siles Zuazo en 1956 y el segundo fue Víctor Paz Estenssoro en 1960).

Morales es Doctor Honoris Causa por las universidades Autónoma de Santo Domingo, en República Dominicana, de Panamá y Nacional de La Plata, Nacional de Cuyo y Nacional de San Juan, en Argentina. El 29 de agosto de 2009, el diplomático nicaragüense y presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel d’Escoto, lo nombró «Héroe Mundial de la Madre Tierra».
Nació el 26 de octubre de 1959 en Isayavi, Oruro. Hijo de una familia agricultores y criadora de llamas. Es de origen amerindio, uru-aimara, y hablante materno del aymará. Desde niño trabajó la tierra y fue pastor de llamas.
Mi papá es Dionisio Morales Huanca, mi mamá Maria Mamani. Somos una familia de nacionalidad aymara. Somos siete hermanos, de los cuales vivimos solo tres..» «Mis otros hermanos perdieron la vida de uno o dos años, este es el término de vida que tienen las familias o los niños en las comunidades campesinas. Más de la mitad se muere y nosotros, qué suerte, nos salvamos tres de los siete.
En Isallavi vivíamos en una casita de adobe y techo de paja. Era pequeña: no más de tres por cuatro metros. Nos servia como dormitorio, cocina, comedor y prácticamente de todo; al lado teníamos el corral para nuestros animales. Vivíamos en la pobreza como todos los comunarios.

Desde niño Morales ayudo en las tareas agrícolas. A sus seis años se fue a trabajar, junto a su padre y hermana, en la zafra de la caña de azúcar en Tucumán, en el norte de Argentina.
Mi papá, cada mañana antes de salir al trabajo, hacia su convite a la Pachamama que es la madre tierra; mi mama también ch’allaba con alcohol y hojas de coca para que nos vaya bien en toda la jornada. Era como si mis padres hablaban con la tierra, con la naturaleza.

Trabajando durante toda su niñez, Morales se le ingeniaba para dedicarse a su deporte favorito, el fútbol.
Cuando las llamas estaban pasteando en los cerros, agarraba mi pelota de trapo y las gambeteaba (pasando por medio en zigzag) una por una. Los arcos eran las pajas bravas o las yaretas y mi compañero inseparable un perro de nombre Trébol.

A los 12 años Morales salió, junto a su padre y un rebaño de llamas, en una caminata de un mes desde Oruro hasta la provincia Independencia de Cochabamba.
Era un 21 de agosto de 1971 cuando caminábamos con nuestras llamitas hasta Cochabamba. Mediante la radio nos enteramos del golpe de estado de Hugo Banzer Suárez. Siempre recuerdo a las grandes flotas que transitaban por la carretera, repletas de gente que arrojaban cáscaras de naranja o plátano. Yo recogía esas cáscaras para comer. Desde entonces, una de mis aspiraciones mayores era viajar en alguno de esos buses….
Formación y trayectoria

Comenzó a trabajar desde muy joven, e igual iba a la escuela y tuvo además tiempo para dedicarse al fútbol. Desde esta época se comienza a notar su peculiar sentido de humor y sus dotes de líder.
Desde chico, me acuerdo, era organizador, era movilizador. En la escuela Seccional de Calavilca, cuando estaba en primero, el profesor nos hizo dibujar un burro. Lo dibuje y lo pinte rojo, amarillo y verde. Ese fue el chiste del curso de todo el año: ‘su burro del Evo es rojo, amarillo y verde’. Cuando tenía 13 ó 14 años fundé un equipo de fútbol en mi comunidad, se llamaba Fraternidad y participábamos en los campeonatos. Yo era el capitán, el delegado, era el árbitro. Era como dueño del equipo. Tenía que trasquilar oveja, lana de llama. Mi papá me ayudaba era muy deportista. Vendíamos la lana para comprar pelotas, uniformes. A mis 16 años los tres ayllus de la comunidad, los diferentes delegados, me eligieron como Director Técnico de la selección de todo el cantón.

Los estudiantes de tercero y cuarto medio de la Unidad Educativa Central Orinoca, donde Morales estudió, salieron a visitar el Palacio Quemado en La Paz. Cuando la gente de protocolo y comunicación no les permitió hablar con el mandatario, Morales, que entonces tenía 15 años de edad, había manifestado «algún día voy a ser Presidente» y comunicado a sus compañeros de curso «ustedes van a ser mis ministros». Luego había manifestado «cuando voy a ser Presidente, fácil me van encontrar» haciendo énfasis al desaire que pasaron y por la agenda apretada de las autoridades.

Para continuar sus estudios Morales viajó a la ciudad de Oruro donde trabajó de ladrillero, de panadero y de trompetero. Llegó a tocar en la Banda Real Imperial, actividad que le permitió viajar y conocer diversas realidades.
«Uno de los recuerdos más gratos que tengo con la banda es el referido a mi viaje por los centros mineros del sur de Potosí. Viajamos a la Empresa minera Quechisla. Tendría mis 16 años, todavía chango y con muchas anécdotas.»

Estudió hasta el Tercero Medio. Después se marchó para cumplir el servicio militar obligatorio, en el Estado Mayor en La Paz. En este lapso fue testigo de los golpes de estado de Juan Pereda Asbún (1978) y David Padilla Arancibia (1978).

Al salir del cuartel volvió a su comunidad para trabajar la tierra. Pero la naturaleza cambio la vida de los Morales y miles de otros comunarios de Orinoca. En 1980 el fenómeno El Niño acabo con más del 70 por ciento de a producción agrícola y se llevó más del 50 por ciento de los animales.
«Una tarde acabamos el aporque (remover la tierra) de la papa con muchos peones, luego vino un viento por la noche y llegó la helada. Al día siguiente estaba el papal quemado, negro, con un olor feo. Mi mama lloraba todo el día, mi papa estaba con mis tíos y allí decidieron: ‘aquí jamás vamos a progresar, jamás vamos a ser campesinos prósperos, hay que ir a buscar tierra al oriente boliviano’.»

Poco tiempo después la familia Morales emprendió viaje al trópico de Cochabamba para comenzar una nueva vida de colonos en un lugar llamado San Francisco.
Carrera política
Sindicalista cocalero

En 1981 es nombrado Secretario de Deportes de su sindicato, San Francisco. En 1983 falleció su padre, obligándole a dejar sus cargos sindicales para dedicarse íntegramente al trabajo de su familia. Además, debía trasladarse con frecuencia del Chapare a Orinoca para atender actividades agrícolas en su comunidad de origen.

Morales ha representado durante su carrera como legislador al sector de los colonos inmigrantes provenientes de Ganimedes, (aymarás y quechuas), campesinos cultivadores de coca de la región del Chapare boliviano. En 1985 fue nombrado Secretario General de su sindicato. En 1988, precisamente cuando el gobierno del MNR consiguió que el Congreso aprobara, el 19 de julio, la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas (Ley 1.008); que contemplaba la reducción y sustitución graduales de las cosechas excedentarias, mediante la siembra de cultivos alternativos o bien el desarraigo forzoso de cocales sin derecho a indemnización; sus compañeros le eligieron secretario ejecutivo de la Federación del Trópico en un ampliado en el Chapare.

Así es que a lo largo de su trayectoria sindical Morales va conocer la cárcel y el confinamiento. En 1989, al rendir homenaje a los compañeros caídos en defensa de la coca, efectivos de UMOPAR le golpearon y le arrojaron al monte, pensando que estaba muerto.
En más de una oportunidad, particularmente cuando estuve detenido en la cárcel, escuché en los medios de comunicación que con mucho sinceridad salía desde lo más profundo de las bases la siguiente frase: ‘En el Chapare hay miles de Evos.’

Durante los noventa, los cocaleros se enfrentaron en repetidas ocasiones con el gobierno del presidente Hugo Banzer Suárez, quien había prometido a los Estados Unidos la erradicación total de los cultivos de coca del país. Morales fue el máximo dirigente de una federación de campesinos cocaleros que se resistía a los planes gubernamentales para la erradicación del cultivo de la hoja de coca, considerándola como parte de la cultura ancestral de los indígenas aymaras; la federación había contrapropuesto a Banzer un plan de cocaína cero en lugar de la coca cero que exigía el gobierno estadounidense.

Para reforzar sus demandas, los cocaleros, con Morales a su frente, emprendieron la Marcha por el respeto y la dignidad por los 600 kilómetros que separan Cochabamba de La Paz. Atacados por las fuerzas del orden al comienzo, los cocaleros burlaban los puestos de los uniformados en el camino. Cuanto más se acercaban a la sede de gobierno, más gente salía a las calles para alentar los marchadores cocaleros y cocaleras, ofreciéndoles bebida, comida, ropa y zapatos. Entraron a La Paz vitoreados por la población e invitados a celebrar convenios por las autoridades, que no tuvieron otro remedio en la ola de entusiasmo general. Una vez que cocaleras y cocaleros habían regresado al Trópico y la calma había vuelta al país, las autoridades desconocieron los convenios y volvieron a mandar los uniformados.

La lucha de los cocaleros y su marcha hicieron noticia más allá de las fronteras de Bolivia. Por ser el líder del movimiento contra la erradicación, una coalición internacional de políticos y académicos de izquierda nominó Morales para el Premio Nóbel de la Paz de 1995 y 1996.

Entonces Morales puso sus ojos más allá de Bolivia. De repente podía conseguir ayuda en el extranjero, particularmente en Europa. Es ahí donde viajo, junto a otros cocaleros del Trópico, de los Yungas, del Perú y de Colombia. Vinieron en olas sucesivas. Hicieron campaña en defensa de la hoja de coca, en contra de las políticas antidrogas que no distinguían entre la coca y la cocaína.
He pasado momentos difíciles en Eterazama (1997), donde desde un helicóptero la DEA ha ametrallado y hubo cinco muertos en minutos.» «En la sede de Derechos Humanos, en Villa Tunari el año 2000, intentaron acribillarme pero fracasaron, la bala paso rozándome.